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27 Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma. George Bernard Shaw   por   puntoedu
 
 
Wombat 12/22/2010 | 3:47:05 PM  
 
La Globalización
La historia sin fin
Tags:
  globalización   economía moderna            
 
Globalización es una palabreja de moda que se funde con varios conceptos, pero en su mayoría errados.
En una encuesta entre amigos a todos les pregunté si podían definir a qué hacía referencia esa palabra, las respuestas fueron variadas: a que todo se sabe en todos lados, a algo que ver con la tecnología, la tecnología para todos, etc.
Yo tampoco podría decir si lo que creo de ese concepto se puede dar por cierto, pero intentaré acercarme.
En realidad Globalización es un concepto que vende la idea de que no importa en dónde están hechas las cosas, sino que haya cosas. Algo así.
Por eso, ya no nos fijamos en dónde están hechos los productos, sobre todo porque el “made in”, puede no ser preciso, puede ser que los elementos del producto se hayan ensamblado en un país, pero la mano de obra es de otro, sobre todo la ingeniería de la inteligencia, donde se desarrolla un producto en Europa pero la persona que lo desarrolla es Argentino, por ejemplo.
En pocas palabras, se supone que en el mundo global el lugar donde se realiza el producto es irrelevante.
Sin embargo, en la más pura experiencia, parece que ese hecho afecta gravemente las economías locales y no alienta lo más rico de cualquier nación: sus tradiciones, su historia.
Si hay un país en especial donde la mano de obra es barata, el mercado global se vuelca en esa dirección, provocando un desbalance del empleo en los otros países y un efecto extraño en el costo del producto y por lo tanto por relación directa en el valor de la moneda de cada país.
Mientras, la población del mundo crece, por lo tanto hay cada vez más personas para cada vez menos elección de trabajos que pueden hacer, pues está sesgándose, lo que afectará sin duda las posibilidades de todos.
Imaginen un país donde usted estudia para ser ingeniero pero en el que no fabrica nada, es un gasto en educación prácticamente muerto, además de que lo que se aprende, ni es lo que se necesita, ni es lo que se hace, pues al no haber dónde volcar lo aprendido, no se crece en el aprendizaje.
Algo como esto se ve en Cuba, países donde estás sesgado el conocimiento que se adquiere, y que por más educada que esté la población, la mayoría no ejerce, sino en trabajos alternativos que proveen de alimentos y viviendas.
Aunque las razones para que ocurra en Cuba tal cosa son peculiares, no deja de ser un ejemplo de cómo un modelo sesgado moldeará la economía de un país en alguna dirección que no parece dar buen resultado.
Al menos en referencia a conformidad social, que en definitiva es la que importa.
Pocos se detiene a pensar para qué hacemos todo, para eso lo hacemos: para la humanidad, para usted, para mí, para la sociedad, para el futuro, pero un futuro no de cosas, sino para el futuro de la gente.
Tal como parece el modelo de la globalización no sólo no está dando resultado, sino que se va transformando más en una excusa que en una solución.
La idea era que la reutilización del tiempo y el espacio para bajar costos era válida implicaba que ese tiempo y espacio se podía recuperar para otros logros u otros crecimientos, pero el modelo social no funciona así, ni reacciona para los “planes”, sino que funciona para las personas.
En la realidad mundial, hay mucho tiempo y espacio desaprovechado, personas que no pueden recolocarse en el modelo, por falta de medios, de edad, de inteligencia, a veces solamente porque por vocación queremos permanecer haciendo lo que sabemos hacer, pues por algo sabemos hacer determinadas cosas y no otras.
Es cierto que la globalización es un hecho que ocurre a pesar de que no se quiera, la tecnología acerca la información y por lo tanto acerca productos, servicios, y lo que pueda mover inversiones, pero la realidad funciona con su propio modelo.
El fondo de la cuestión sigue siendo el mismo, con globalización o sin ella: el trabajo.
Y ese es el efecto más destructivo del modelo de la globalización, genera la idea de que el trabajo no es necesario o de que hay que trabajar poco para obtener mucho, idea capitalista en su más pura forma y por lo tanto idea que casi todo el mundo adhiere.
El ocio, ya no está en manos de las clases altas o la aristocracia o en aquellos privilegiados que viven de fortunas heredadas; la aspiración al ocio ha llegado a todos los niveles, porque eso es lo que vende el modelo de globalización: se puede ganar, aunque no se trabaje.
La economía mundial se está corroyendo a sí misma, porque presupone la falsa expectativa que no hacer nada es para todos, y aunque se vende como ciencia de número, ciencia matemática o financiera, en realidad pertenece a la órbita de las ciencias sociales.
Cuando el término economía se asocia a la idea de “mercado”, la lógica de funcionamiento se basa en las variables más típicas del neoliberalismo: el sustento basado en el mercado.
En los últimos 25 años podemos percibir el resultado en los que el modelo decantó: una el mundo de fiesta, mientras los recursos adelgazan, la tierra se agota, nos da decenas de avisos y los gobiernos no tiene material humano para enfrentar el desastre, estamos “tomados” por la fiesta y el despilfarro; otra parte del mundo está en guerra, con motivaciones ajenas a la globalización en algunos casos y otras por su consecuencia.
En suma, mientras los sistemas de “menores recursos” no contemplen las necesidades reales de la sociedad, ningún modelo puede prosperar para todos.
No es posible pretender que todos vayamos en la misma dirección, la realidad se ha encargado de mostrarnos por siglos que lo social se mueve por otros carriles, y hasta ahora ningún gobierno parece comprender el modo de que dos cosas tan contradictorias como la globalización y la contención social se puedan beneficiar bajo un mismo modelo.
Sencillamente, la globalización no alcanza a todos, y por lo tanto no puede beneficiar a todos.
En los años que transcurrimos, la peor pelea es la que masivamente pelea cada uno: la del empleo, el hecho de que se pueda penetrar en cualquier cultura y torcerla para generar empleos o mano de obra subvalorada no beneficia en largo tiempo ninguna economía, me refiero a la social.
Creo que el desafío de los próximos años será la de revalorizar el concepto de globalización pero en una dirección bastante diferente.
Sobre todo, teniendo en cuenta que el despilfarro de recursos en unos pocos es como caminar sobre hielo delgado, ya no hay tanto tiempo para que ocurra un colapso social, además del que la naturaleza nos avisa, con sus climas extremos, huracanes, desertificación y demás consecuencias de la irreflexión y el abuso, más allá de las situaciones de alerta como las ocurrida en Grecia e Irlanda que no sé si sólo se puede adjudicar a los hombres.
El mundo tendrá que cambiar o se sacudirá fuertemente para deshacerse de nosotros, sin importar quienes gobiernan, si el mercado o la gente.
Hacen falta ideas, poder y compromiso social para lograrlo, la falta de trabajo, en todos los niveles, no es un “problema del otro”, nuestro propio trabajo es fuente de conflicto para quien no lo tiene y tal vez lo merezca más que nosotros.
La escases no permite avanzar en ninguna dirección y con tantos países con escases de empleo y migraciones entre países por lo mismo, no se puede seguís sosteniendo un modelo que muestra tantas debilidades.
El único modelo posible, sigue siendo el del trabajo y para ello, las condiciones deben permitirlo, no boicotearlo, la promesa del ocio ha demostrado ser un modelo concéntrico inconducente.
 
 
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